Por qué actualizarse en competencias digitales

Existen múltiples definiciones de referencia de las competencias digitales, contextualizadas a diferentes ámbitos. Algunas de las más relevantes son las siguientes: 


En Europa, ya en 2014, el Joint Research Centre definía la competencia digital como el conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes, estrategias y concienciación que el uso de las TIC y de los medios digitales requiere para realizar tareas, resolver problemas, comunicar, gestionar la información colaborar, crear y compartir contenidos y generar conocimiento de forma efectiva, eficaz, adecuada, crítica, creativa, autónoma, flexible, ética, reflexiva para el trabajo, el ocio, la participación, el aprendizaje, la socialización, el consumo y el empoderamiento. (Carretero, Vuorikari & Punie, 2014)


Un poco más tarde, concretamente el 22 de mayo de 2018, el Consejo de la Unión Europea hacía esta recomendación acerca de la competencia digital, una competencia que implica un uso seguro, crítico y responsable del abanico completo de las tecnologías digitales para el aprendizaje, en el trabajo y para la participación en la sociedad, así como un compromiso con las mismas. (Consejo de la Unión Europea, 2018).


También en 2018 UNESCO definía las competencias digitales como un espectro de competencias que facilitan el uso de los dispositivos digitales, las aplicaciones de la comunicación y las redes para acceder a la información y llevar a cabo una mejor gestión de estas. ("Las competencias digitales son esenciales para el empleo y la inclusión social", 2018).


El Plan Nacional de Competencias Digitales viene a aunar todas estas definiciones a través de la implementación a nivel nacional de una estrategia para dotar a la ciudadanía de las competencias digitales necesarias para ser capaz de desenvolverse en los entornos digitales actuales, proporcionar profesionales digitales al mercado laboral que se conviertan en talento digital sostenible, fomentar la actualización continua de la población activa y propiciar mejores oportunidades de empleo a la población desempleada, especialmente a los jóvenes, a las mujeres y a los colectivos en riesgo de exclusión digital, tratando de no dejar a nadie atrás.


El nexo entre una sociedad digitalmente competente y una sociedad competitiva y productiva es claro, no necesita explicación. Si miramos el DESI 2022 y el posicionamiento de los diferentes países, aquellos más competitivos y productivos son aquellos más digitalmente competentes. No es que España esté mal posicionada, se encuentra en la séptima posición de 27, pero con datos dispares.



Así, el 64 % de la población española tiene al menos competencias digitales básicas, superior a la media de la Unión Europea (54%), pero aún lejos del objetivo de lograr que el 80% de la población europea tenga al menos competencias digitales básicas para 2030. Además, el 36% de la población activa española aún no tiene competencias digitales básicas, lo cual dificulta el progreso de la digitalización de las empresas y la aceptación de tecnologías digitales avanzadas. La proporción de especialistas en TIC aumentó al 4,1 % del empleo total en 2021; mientras que, en 2020, el porcentaje de especialistas en TIC representaba el 3,9 %. A pesar de algunos avances, la escasez de especialistas en TIC sigue siendo un factor que limita la productividad, en particular de las pymes. El desequilibrio de género sigue siendo significativo y el porcentaje de mujeres dentro del total de especialistas en TIC se sitúa en el 19% (en la media de la UE del 19 %).

Toda gran transformación informacional y comunicacional ha provocado y requerido una gran transformación de los pilares de la sociedad. Hoy vivimos ya inmersos de lleno en la quinta gran transformación, la transformación digital, que no solo comienza a transformar el mercado laboral en general y muchas profesiones en particular, sino que requiere repensar en profundidad la función y la formación de esos profesionales, que se transformarán debido a la digitalización de sus roles en sus puestos de trabajo y que, en algunos casos, llegarán a la desaparición si no se convierten en profesionales digitales simplemente porque aquello que hacían ya no es que no sea necesario, sino que puede hacerse a través de otros medios, por ejemplo a través de la Inteligencia Artificial.

La cualificación y la recualificación son parte de un proceso de aprendizaje a lo largo de la vida que afecta a todas las profesiones. Podríamos decir que casi ningún profesional termina su carrera, en ningún ámbito, trabajando de la misma manera que empezó y esto le ha llevado a actualizarse de manera continua, a adaptarse a nuevas técnicas laborales, nuevas modalidades de aprendizaje, nuevas herramientas, nuevas máquinas.

Igualmente, aquellos empleos con tareas más repetitivas que tienden a que puedan ser hechas por máquinas, necesitan recualificarse, quizá no para ir a otros empleos, sino simplemente para aprender a manejar esas máquinas que ahora harán tareas que ellos hacían antes a mano.

Es parte de la revolución digital en la que estamos y por tanto es necesario seguir fomentando la adquisición, el desarrollo y la mejora continua de las competencias digitales para el empleo y para la ciudadanía. El consejo no es otro que el de aprender a lo largo de la vida.





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