¿Qué hacer sin conectividad?
En la era de la revolución digital, cuando a todos se nos llena la boca con frases acerca de la necesidad de abogar por una competencia digital en educación como clave y básica para ser competitivos, competentes y eficaces en la sociedad digital en la que ya vivimos, para no quedarnos atrás y no ensanchar aún más la brecha digital que ya existe, resulta que aún tenemos que recurrir a herramientas sin conexión, planificando propuestas educativas desconectadas como las que plantea la nano experiencia de aprendizaje abierto en colaboración "Herramientas sin conexión".
Es decir, que seguimos, al igual que ya lo hacíamos más de una década atrás, sin conectividad óptima para poder impartir clases conectadas, en lo que a infraestructura y recursos se refiere, y por tanto hemos de recurrir al ya tradicional y típico "plan b, c, j, h, k". Seguimos teniendo que ir a los centros con los recursos a utilizar descargados previamente, introduciendo memorias USB (fuente de virus inagotable), en PCs con sistemas operativos obsoletos y peligrosos para la seguridad, y continuamos planteando propuestas educativas que no impliquen el uso de herramientas en línea, que se puedan hacer offline, porque algo tan básico como Internet en las aulas, lo más seguro es que no funcione, o que si lo hace, se caiga cuando estás a punto de comenzar la clase, o en el peor de los casos, cuando estás en mitad de un reto de aprendizaje digital y conectado, y por tanto, tengas que volver a empezar, con la consiguiente frustración para todos.
Pues bien, tal y como nos recuerda este nano curso, planifiquemos un reto de aprendizaje en modo "plan A" (es decir, con conexión), y en modo "plan B" (es decir, lo habitual, sin conexión), por si la fuerza de la conectividad no nos acompañase.
No ha sido difícil pensar en qué herramientas sin conexión utilizar, ya que es casi parte de mi rutina habitual en el centro educativo donde trabajo presencialmente; la conectividad allí es prácticamente nula, o intermitente en el mejor de los días, así que ahí va la propuesta:
Título de la actividad: Diseña un perfil personal para una red social.
Público objetivo: alumnado de inglés como segunda lengua de nivel A1.
Actividad de lengua: producción de textos escritos.
Objetivo de aprendizaje: aprender a presentarse y a describirse a uno mismo de manera básica.
Evidencia de aprendizaje: diapositiva en un slideshow colaborativo.
Herramienta digital a utilizar: en ambos casos, ya sea con conexión o sin conexión, Google Slides es la herramienta seleccionada, ya que puedo preparar con antelación a la clase un slideshow colaborativo con tantas diapositivas en blanco como número de alumnos tengo en el grupo, proporcionarles permisos de editores a todos ellos, y habilitar la funcionalidad de disponibilidad offline al slideshow. De este modo, haya o no haya conexión, cada uno de mis alumnos podrá apropiarse de una diapositiva en blanco y completarla con su perfil social. La sincronización de su trabajo en colaboración se producirá en el momento en el que nos encontremos en un lugar conectado, y por tanto nos servirá para poder trabajar en el aula sin contratiempos.
Si necesitas más información sobre cómo trabajar con Google Slides sin conexión, en el centro de apoyo de Google te explican cómo: https://support.google.com/docs/answer/6388102?co=GENIE.Platform%3DDesktop&hl=es
¿Aportan las herramientas sin conexión un valor añadido a las clases del S.XXI?
Aportan el valor de poder trabajar en el aula sin mayores incidencias, pero el simple hecho de tener que estar pensando y buscando en alternativas desconectadas por carecer de conectividad en un centro educativo no aporta ningún valor a la gestión del tiempo del docente, que lo pierde en este tipo de acciones cuando podría estar gestionándolo de manera mucho más creativa y despreocupada.
Por otro lado, intentar mejorar la competencia digital del alumnado mientras ellos mismos ven cómo te peleas en el aula con la conexión a Internet, un bien que debería ser ya tan común como la luz o el agua, no es fácil en absoluto, además de generar reticencias por su parte al uso de las tecnologías del aprendizaje y la comunicación y de estar privándoles de un amplio abanico de oportunidades innovadoras que sin duda, sí son un valor añadido en la enseñanza de los idiomas, por ejemplo.
En pleno febrero de 2019, cuando en el Mobile World Congress de Barcelona se habla del 5G como la revolución de la conectividad móvil, me temo que tener que continuar planificando actividades educativas con base en herramientas sin conexión no está acorde a los tiempos, pero bueno, ya sabemos que la educación va mucho más rezagada que la tecnología en cuanto a la adopción de innovaciones se refiere, y parece que la conectividad sigue siendo innovación educativa, 😦😦😦😦😦😦.
Ojalá nano cursos como el referenciado en este artículo dejen de ser necesarios en un futuro no muy lejano, porque eso significará que las escuelas ya sí, están conectadas.
Es decir, que seguimos, al igual que ya lo hacíamos más de una década atrás, sin conectividad óptima para poder impartir clases conectadas, en lo que a infraestructura y recursos se refiere, y por tanto hemos de recurrir al ya tradicional y típico "plan b, c, j, h, k". Seguimos teniendo que ir a los centros con los recursos a utilizar descargados previamente, introduciendo memorias USB (fuente de virus inagotable), en PCs con sistemas operativos obsoletos y peligrosos para la seguridad, y continuamos planteando propuestas educativas que no impliquen el uso de herramientas en línea, que se puedan hacer offline, porque algo tan básico como Internet en las aulas, lo más seguro es que no funcione, o que si lo hace, se caiga cuando estás a punto de comenzar la clase, o en el peor de los casos, cuando estás en mitad de un reto de aprendizaje digital y conectado, y por tanto, tengas que volver a empezar, con la consiguiente frustración para todos.
Pues bien, tal y como nos recuerda este nano curso, planifiquemos un reto de aprendizaje en modo "plan A" (es decir, con conexión), y en modo "plan B" (es decir, lo habitual, sin conexión), por si la fuerza de la conectividad no nos acompañase.
No ha sido difícil pensar en qué herramientas sin conexión utilizar, ya que es casi parte de mi rutina habitual en el centro educativo donde trabajo presencialmente; la conectividad allí es prácticamente nula, o intermitente en el mejor de los días, así que ahí va la propuesta:
Título de la actividad: Diseña un perfil personal para una red social.
Público objetivo: alumnado de inglés como segunda lengua de nivel A1.
Actividad de lengua: producción de textos escritos.
Objetivo de aprendizaje: aprender a presentarse y a describirse a uno mismo de manera básica.
Evidencia de aprendizaje: diapositiva en un slideshow colaborativo.
Herramienta digital a utilizar: en ambos casos, ya sea con conexión o sin conexión, Google Slides es la herramienta seleccionada, ya que puedo preparar con antelación a la clase un slideshow colaborativo con tantas diapositivas en blanco como número de alumnos tengo en el grupo, proporcionarles permisos de editores a todos ellos, y habilitar la funcionalidad de disponibilidad offline al slideshow. De este modo, haya o no haya conexión, cada uno de mis alumnos podrá apropiarse de una diapositiva en blanco y completarla con su perfil social. La sincronización de su trabajo en colaboración se producirá en el momento en el que nos encontremos en un lugar conectado, y por tanto nos servirá para poder trabajar en el aula sin contratiempos.
Si necesitas más información sobre cómo trabajar con Google Slides sin conexión, en el centro de apoyo de Google te explican cómo: https://support.google.com/docs/answer/6388102?co=GENIE.Platform%3DDesktop&hl=es
¿Aportan las herramientas sin conexión un valor añadido a las clases del S.XXI?
Aportan el valor de poder trabajar en el aula sin mayores incidencias, pero el simple hecho de tener que estar pensando y buscando en alternativas desconectadas por carecer de conectividad en un centro educativo no aporta ningún valor a la gestión del tiempo del docente, que lo pierde en este tipo de acciones cuando podría estar gestionándolo de manera mucho más creativa y despreocupada.
Por otro lado, intentar mejorar la competencia digital del alumnado mientras ellos mismos ven cómo te peleas en el aula con la conexión a Internet, un bien que debería ser ya tan común como la luz o el agua, no es fácil en absoluto, además de generar reticencias por su parte al uso de las tecnologías del aprendizaje y la comunicación y de estar privándoles de un amplio abanico de oportunidades innovadoras que sin duda, sí son un valor añadido en la enseñanza de los idiomas, por ejemplo.
En pleno febrero de 2019, cuando en el Mobile World Congress de Barcelona se habla del 5G como la revolución de la conectividad móvil, me temo que tener que continuar planificando actividades educativas con base en herramientas sin conexión no está acorde a los tiempos, pero bueno, ya sabemos que la educación va mucho más rezagada que la tecnología en cuanto a la adopción de innovaciones se refiere, y parece que la conectividad sigue siendo innovación educativa, 😦😦😦😦😦😦.
Ojalá nano cursos como el referenciado en este artículo dejen de ser necesarios en un futuro no muy lejano, porque eso significará que las escuelas ya sí, están conectadas.
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